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La estrategia del Foro Social Mundial  (Xavier) 

 

Junio de 2013

 

 

Coyuntura

En mi opinión, la situación actual se caracteriza por un doble proceso de aceleración de la mundialización (en el sentido de la máxima integración de los flujos y sistemas de control del aparato de producción capitalista) y de fuga hacia delante del sistema. En 10 años, el nivel de interconexión de la economía-mundo se ha incrementado. Sin embargo, esta integración responde a la necesidad básica de las economías occidentales de asegurar su nivel de beneficios en un contexto de estagnación del crecimiento de la productividad y de saturación de los mercados. La rentabilidad marginal de las economías occidentales es demasiado débil para garantizar su funcionamiento (mantenimiento del aparato productivo y estabilidad social), teniendo en cuenta que el resto sigue igual: los relevos de crecimiento en los países emergentes y de bajos ingresos están compensando esta debilidad estructural, restituyendo a las empresas que deslocalizan o subcontratan su producción, sus márgenes y permitiéndoles captar una renta real mediante el sistema de precios de transferencia de la empresa filial (o del proveedor) hacia la empresa madre. Dichos precios de transferencia son en realidad una remuneración de las posiciones dominantes que han sido adquiridas históricamente por las economías occidentales, y que se calculan en función de su "aceptabilidad social" (la marca) y del saber hacer que ostentan y para el cual aun gozan de cierto monopolio.

 

De esta forma, la relación de fuerza entre occidente y los países "emergentes" se ha modificado, puesto que el primero debe tener en cuenta las exigencias de los segundos. A diferencia de lo que ocurría en la época colonial, el consentimiento de los países "emergentes" es necesario para que las potencias occidentales puedan alcanzar sus objetivos. Su peso geoestratégico (sobre todo el de China, miembro del Consejo de seguridad) impide cualquier sometimiento a la tutela occidental.

 

Por lo tanto, nos encontramos frente a la amenaza de un enfrentamiento entre, por una parte, un bloque occidental estructuralmente presionado por un modelo de desarrollo que solo es viable si dicho bloque mantiene su posición dominante y por otra parte, países que han aprovechado las contradicciones internas de este modelo (y de la doxa neoliberal que pretendía superarlas) para modificar la relación de fuerza, y que hoy tratan por todos los medios de deshacerse de la tutela occidental para substituirla por un orden del mundo "neo-westfaliano", organizado entorno a un nuevo equilibrio geoestratégico en el que no habría lugar para la noción de "comunidad internacional".

 

La situación del proceso de los Foros Sociales y los objetivos que sería conveniente asignarle

Sin embargo, lo propio de los FSM, por no decir su razón de ser, es precisamente de dar a la noción de "comunidad internacional" una existencia social, que vaya más allá de su faceta diplomática o jurídica. Por lo tanto, el proceso de los FSM se inscribe en una dinámica histórica totalmente simétrica y antitética con relación a la que acabamos de evocar.

 

¿Debemos por ello hablar de "ciclos" sucesivos de luchas sociales a escala mundial, cuyas fechas 2001 (FSM de Porto Alegre) y 2011 (FSM de Dakar, durante la primavera árabe) marcarían los limites? Cabe preguntarse si los FSM no son el indicador de un movimiento de convergencia de las luchas sociales que tendría hoy, merced a la recurrencia de los foros mundiales, un ritmo y una modalidad de articulación internacional, frente a un adversario proteiforme: tratándose no tanto de las grandes potencias (que de hecho están muy divididas) sino más bien de la lógica subyacente, la de una globalización organizada por y para el mercado.

 

No lo creo. No puede decirse que el proceso de los FSM haya conseguido realmente (ni en el debate público, ni en la visión de los propios participantes) imponer la agenda del altermundialismo que pretende ir más allá del antimundialismo de Seattle mediante un discurso positivo. A pesar de algunas grandes medidas (como la tasa sobre las transacciones financieras, la anulación de las deudas odiosas o ilegitimas) o algunos grandes principios (participación y democracia del consenso, interculturalidad, convivencia, "buen vivir"), el altermundialismo no consigue elaborar una visión del mundo coherente. Son demasiadas las tendencias opuestas que se enfrentan: las corrientes feministas más radicales se codean con las grandes confederaciones sindicales de inspiración marxista, los indígenas se codean con los colonos y campesinos sin tierra, etc. En cierto modo, la carta magna del FSM ha evacuado la cuestión de la coherencia al diseñar un foro "mercado" (espacio abierto en el que todos pueden participar) cuya prioridad estratégica es la ampliación.

 

El altermundialismo no consigue deshacerse del antimundialismo. Los Derechos humanos (Civiles y Políticos, DESC) no podrían por sí solos constituir su programa, puesto que la aplicación efectiva de dichos derechos (en concreto de los DESC) exige cambios en la estructura social y económica cuyas claves no se encuentran en las lista de derechos. Por sí solo y por frecuente que sea, el encuentro de los movimientos sociales y de los actores de la sociedad civil, no será capaz de crear dicho programa político global. Este último sólo podrá ser el fruto de un enfrentamiento entre intereses contradictorios, mediatizado por un tercero "universal", es decir un Estado mundial, representativo y legítimo, que permita la exposición y la superación de las contradicciones. El surgimiento de dicho Estado mundial debería ser el objetivo estratégico fundamental del movimiento social internacional[1]

 

Mientras tanto, el movimiento social internacional debería considerar los FSM como una especie de ejercicio contradictorio interno cuyo objetivo sería producir verdaderas convergencias programáticas, o en su defecto por lo menos preparar las condiciones para que ello pueda concretarse.

 

La cuestión metodológica en el FSM:

Desde el punto de vista metodológico, la conclusión del FSM 2013 ha sido la misma que la de los anteriores. Las asambleas de convergencia, temáticas, no desembocan en planes de acción comunes. Seguramente sea esperar demasiado de ellas: la falta de tiempo, la gran heterogeneidad de los participantes (participaciones individuales o colectivas, diversidad de puntos de vista…) impiden tratar las cuestiones estratégicas necesarias para una movilización para la acción.

En vez de querer a cualquier precio que el FSM sea una incubadora de acciones mundiales, quizá deberíamos considerar los "espacios temáticos" como lugares en los que puede progresar la inteligencia colectiva, centrando los esfuerzos en el debate contradictorio indispensable. No puede haber ninguna convergencia real, efectiva sin un debate contradictorio. Sin embargo, la aglutinación de "semejantes" (el principio mismo del FSM) no permite, por definición, que exista dicho debate, sin el cual no puede haber una reflexión estratégica compartida.

Por ejemplo, los espacios temáticos podrían dedicar sus reuniones plenarias (asambleas intermediarias o finales) a realizar debates sobre un análisis/propuesta concreto que tendría un carácter transversal con relación a las conclusiones de los talleres y que sería propuesto por los coordinadores de los talleres reunidos en un grupo facilitador. La finalidad de las asambleas de convergencia sería brindar un marco para este debate contradictorio, dirigido por un animador designado por los coordinadores/relatores de los talleres. Las asambleas de convergencia serían por lo tanto espacios de trabajo, en la intersección del trabajo de los talleres preparatorios, cuya ambición sería superar las contradicciones y precisar el contenido de nuestras propuestas.

Esta propuesta supone que los espacios temáticos, que preexisten a las sesiones del FSM, sean el marco principal de la "convergencia". Eso significa que se trataría de promover su participación en los FSM o incluso de favorecer el relacionamiento de las grandes redes temáticas/de incidencia existentes, mediante la organización de encuentros/reflexiones inter-redes/inter-espacios temáticos, durante los FSM: vinculos entre

·         gobernanza agrícola mundial (mecanismo de participación de la sociedad civil ante el consejo de seguridad alimentaria)- Vía Campesina

·         justicia fiscal (TJN) y transparencia (PWYP)

·         economía social y solidaria

·         regulación del comercio (OWINFS)

·         responsabilidad de las  multinacionales (no existe ninguna red mundial sino redes regionales)

·         etc.…

 

El papel del CI: dos opciones

En esta hipótesis, el CI actual debería ponerse de acuerdo sobre los espacios temáticos realmente existentes (bastaría para eso definir una lista de criterios objetivos) y encargarles el mandato de designar a los representantes para constituir un nuevo CI. Toda ampliación posterior del CI a nuevos miembros se haría por cooptación, en base a criterios que los miembros fundadores del nuevo CI definirían por consenso. Conviene enfatizar que la participación en este nuevo CI no constituirá ningún prestigio particular, ya que el mismo, no tendría otra función sino la de promover, en ocasión de cada nueva edición del FSM, una metodología que permita el cruce entre espacios temáticos. Todos los demás aspectos podrían ser asumidos por el comité local de organización, incluyendo el reagrupamiento de actividades autogestionadas, que el comité de organización podría decidir vincular a alguno de los espacios temáticos, o en su defecto, fusionarlas en caso en que existan similitudes entre las mismas. Por tanto, cada Foro conservaría espacios reservados para las actividades que no pertenecen a los espacios temáticos.

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Sin embargo, podemos adoptar una posición rigurosamente contraria (opción 2), teniendo en cuenta que si nos atenemos a la organización, en sentido estricto, de las ediciones del FSM, la responsabilidad recae sobre el comité de organización, que no es obligatoriamente miembro del Consejo Internacional (CI) del FSM (véase por ejemplo el caso del FSM de Túnez). Por tanto, podríamos experimentar una supresión pura y dura del CI, durante un periodo probatorio de 3 años, al término del cual se podría hacer una evaluación de la experiencia (si fuese necesario se podría volver al sistema actual).

En dicho caso, el comité de organización local se comprometería por escrito a respetar la Carta del FSM y los elementos fundamentales de la metodología, prepararía el encuentro del FSM, especialmente los aspectos relacionados con la movilización en el país y en la sub-región y conservaría la gestión del secretariado del proceso (gestión de la página web y listas de correos electrónicos), hasta que el comité de organización de la próxima edición tome el relevo.

Paralelamente, un comité de promoción de los Foros sociales podría constituirse en cada país: agrupando a todas las organizaciones que han participado al menos una vez en un FSM. Se encargaría de promover la participación de los actores de la sociedad civil del país en la próxima edición del FSM.

Por último, se podría confiar la selección de los países que podrían acoger las ediciones del FSM (según se prefiera): a los comités de organización de los 3 últimos FSM, a los organizadores de los FSM regionales y temáticos o bien a los comités de promoción del FSM.

 



[1] Lo que un autor como Jean Rossiaud llama el movimiento "cosmopolitario", en el sentido de cosmopolitismo de Kant, precisando que dicho movimiento aún está por llegar y que solo podrá reivindicar ese nombre si la creación de un gobierno mundial (cosmo-polis) es su objetivo estratégico y su razón de ser (ver Rossiaud, Pour un mouvement démocratique cosmopolitaire, FPH- Foro por una nueva gobernanza mundial, marzo de 2013).