Estimad@s amig@s,
Comparto con vosotr@s las sesudas reflexiones de Vicente Manzano, a quienes César y Carlos Lecca de nuestro desayuno barranquino de los martes conocieron en persona. Les ruego compartir con los otros miembros de la lista.
En su peculiar estilo, Vicente profundiza y aterriza mis reflexiones teóricas, aludiendo al dramático caso español y que hoy ilustra también lo ocurrido en Suecia desde los ochentas, por las mismas sinrazones.
Abrazotes polares
Isi

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From: Vicente <vmanzano@us.es>
Date: Thu, Apr 2, 2020 at 9:18 AM
Subject: Saludos, noticias y reflexiones

Añado algo a esta reflexión, que me ayuda a entender lo que está pasando. Y pongo el caso de España, donde tres variables son relevantes para explicar los resultados. Las dos tienen que ver con la globalización económica.

Una de esas dos variables es la existencia de un aeropuerto. Madrid y Barcelona son los dos lugares con mayor incidencia y poseen los dos aeropuertos más transitados del país. Cierto que también son las ciudades más pobladas. Pero en Andalucía, donde el virus está causando relativamente poco daño, casi todo este daño se encuentra en Málaga, que posee el aeropuerto más importante de la región. El aeropuerto no solo representa tránsito internacional, es también un indicador de los flujos económicos del lugar. El nivel de vida en Málaga es también el más alto. Los aeropuertos constituyen uno de los botones de muestra de la actualidad a partir de dos variables: un elevado efecto en el deterioro medioambiental y un exponente necesario del mundo de los negocios.

La segunda variable es la desmantelación de los servicios públicos, que toca muy de cerca la salud. Desde la llamada crisis económica mundial e 2009, en España los servicios públicos han sido notablemente dañados, en personal y en recursos. La apuesta por los servicios privados ha sido especialmente importante en Madrid, donde el personal sanitario se ha manifestado con fuerza en los últimos 10 años, creando lo que se llamó la Marea Blanca en España. Los sanitarios han protestado no solo por la pérdida de recursos, sino por la transformación de los servicios que, en el mapa general, ha generado un sensible aumento de la oferta de lujo y un notable deterioro de los servicios básicos. Los casos de infección son un indicador del tránsito que contamina. Los casos de muerte son un indicador de insuficiencia en el sistema sanitario. En Madrid, la muerte ya supera el 10% de los infectados. Le siguen las comunidades gobernadas por partidos que apostaron por la misma política. En esta vertiente, hay poca duda estadística. Las comunidades que mejor se salvan, aunque practicaron el mismo desmantelamiento, lo hicieron en medida sensiblemente inferior.

Y la tercera variable es la pérdida de soberanía sanitaria. Formo parte de movimientos que reivindican la soberanía alimentaria desde hace tiempo: desvinculemos los alimentos, al menos los básicos, de las dinámicas del mercado y garanticemos que cada lugar la tierra produzca lo necesario para que nadie muera de hambre ni sufra desnutrición en ese lugar. Cada región debe ser autónoma en ese sentido. Introducir los alimentos básicos en las dinámicas del mercado produce muerte por desnutrición. Lo que estamos viendo ahora es que es necesario reivindicar la soberanía sanitaria: que todo lugar pueda garantizar la producción local de material sanitario básico. En toda Europa faltan mascarillas, guantes y respiradores, además de otros materiales de fácil fabricación, porque las empresas que los comercializan deslocalizaron su producción, que se concentró en China. Europa sufre el virus porque no tiene medios de producción propios para garantizar el suministro de material hospitalario de primera necesidad que lo frene. El colectivo que más está sufriendo la enfermedad es el sanitario.

Entiendo que estemos hablando de control de la población y de derechos, de libertad y de colaboración, etc. Son aspectos relevantes. Pero sin los tres mencionados, no hay forma de entender qué está pasando.

Un abrazo,

Vicente.

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El 2/4/20 a las 8:33, Azril Bacal escribió:
Queridos Herly, Jaime y compañeros de la mesa cuadrada barranquina,
He seguido con atención el debate sobre la relación entre la libertad y el gobierno (estado), ocasionado por el artículo compartido de Vincenc Navarro de la Universidad John Hopkins.
En principio, estoy de acuerdo con la necesidad de articular las libertades y los DDHHs de los ciudadanos con la necesidad de un gobierno que vela por el bien común, reflejado en las políticas públicas - y en este caso en el tema de la salud pública.
El problema es que desde la caída del muro de Berlín y la hegemonía del neoliberalismo ha ocurrido una doble pérdida para la mayoría de la ciudadanía: se han recortado muchos derechos humanos, se han desmantelado los servicios públicos incluyendo el de salud y aumentan en el mundo malos gobiernos autoritarios que favorecen a las elites de sus respectivos países, en desmedro de las mayorías empobrecidas (ilustrados en los casos de trumpf y bolsofacho).
Vincenc Navarro es un científico especializado en políticas públicas y salud pública que critica con sus colegas calificados en dichos ámbitos la negligencia criminal de los gobiernos que han permitido que aumente la brecha socio-económica más grande de toda la historia humana, en nombre de la libertad de los pocos.
Desde el punto de vista de Jaime sobre el balance entre libertad (mercado) y gobierno (bien común?), recordemos a Oskar Lange en la Universidad de Chicago (la misma de Milton Friedman y sus Chicago boys) planteó una economía política que combinaba los atributos del mercado en lo que a demanda se refiere con la planificación estatal, a diferencia del gossplan soviético con las consecuencias conocidas.
Esas ideas se aplicaron en la Yugoslavia de Tito, cuyo ideólogo de la autogestión (Kardelj) asesoró al gobierno de JVA. Algo así se intentó con la Primavera de Praga (Dubcek) que fuera aplastada por los tanques del fenecido pacto de Varsovia.
Las escuelas de Cambridge (Keynes) y de Estocolmo (Myrdal) dieron las bases de los sistemas de bienestar social (el antiguo modelo sueco descalabrado) que conjuntaron las libertades individuales y el bien común, hasta su desmantelamiento progresivo con la receta fundamentalista de Thatcher-Reagan (apoyados "democráticamente") por el golpe militar del Brasil en la década de los 60s y de Pinochet en los 70s (reimplantados por bolsofacho en el Brasil, con el desastre de salud pública que vemos en el país vecino).
La negligencia de los malos gobiernos en temas de política y salud pública no puede ser justificada en nombre de la libertad de los pocos.
Como decía Sartre, mientras exista una persona que no sea libre (por ejemplo del hambre) nadie es realmente libre.
Fraternalmente
Isi

Un tema criticado por Pancho I.